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Pensamientos intrusivos: qué hacer (o no) con ellos.

Foto del escritor: tranquilamentepybtranquilamentepyb

Hagamos algo: por favor, NO pienses en un elefante rosa. Piensa en lo que quieras pero NO en un elefante rosa. Deja lo que estás haciendo ahora mismo y durante los próximos 30 segundos NO pienses en un elefante rosa.



¿Podrías decirme en qué has pensado? Claro, en un elefante rosa.

Ahora dime: ¿Cómo te has sentido en ese intento de “no pensar”? Es incómodo ¿cierto?


Esto mismo pasa cuando tenemos pensamientos que consideramos inapropiados, absurdos, ilógicos o inmorales; a esto es a lo que llamamos pensamientos intrusivos y que pueden experimentarlos las personas que padecen Trastorno de ansiedad generalizada, Depresión, Trastorno Obsesivo Compulsivo y más del 80% de la población sin un diagnóstico como los mencionados. Es decir, a la mayoría nos ha pasado por la mente, al menos una vez, este tipo de pensamientos, veamos algunos ejemplos:

  • Estar esperando el metro o cualquier transporte público y empujar a alguien hacia las vías/carretera.

  • Saltar de un edificio.

  • Lastimar físicamente a un ser querido.

  • Agredir sexualmente a alguien.

Como ya he dicho, todos hemos llegado a tener este tipo de pensamientos, podríamos decir que es normal y hasta adaptativo. Sin embargo, lo que lo vuelve patológico es el querer evitar o controlar dichos pensamientos por el malestar que generan. Algunas personas se sienten sumamente responsables por lo que piensan o tienen la idea errónea de que por pensar reiteradas veces en algo, es muy probable que suceda, de esta manera nos encerramos en un círculo del que puede ser complicado salir:



Al asumir un pensamiento como hecho y sentirnos responsables de sus consecuencias, tenderemos a tratar de evitarlas, por ejemplo: salgo de casa y mientras camino al coche tengo la idea de no haber apagado la estufa, pienso en que puedo ocasionar una fuga de gas y todos en mi edificio se intoxiquen e incluso mueran, esto me lleva a regresarme y verificar que efectivamente apagué la estufa. En los pacientes con Trastorno Obsesivo Compulsivo, estas conductas de verificación se dan de forma reiterada, lo que les requiere una gran inversión de tiempo y energía. Pero incluso no teniendo TOC, el sólo hecho de estar luchando contra estos pensamientos nos genera ese mismo desgaste de energía y nos invade cada vez más de otros pensamientos catastróficos.


Desafortunadamente, es poco probable que logremos evitar pensar (ni los monjes meditadores más experimentados lo consiguen), de hecho, se logra justo lo contrario: el pensamiento que se tiende a evitar se incrementa, con la consecuente escalada de angustia. Recuerda:

“Lo que resistes, persiste”

En otras palabras, tratar de evitar un pensamiento, no hace más que incrementarlo, como en el ejercicio del principio donde te pido NO pensar en un elefante rosa.


Contrario a lo que podría esperarse, el tratamiento para los pensamientos intrusivos no es eliminarlos, sino aprender a no luchar contra ellos. La terapia Cognitivo Conductual es la que hasta el momento cuenta con mayor evidencia científica en el tratamiento de el Trastorno Obsesivo compulsivo (del que forman parte los pensamientos intrusivos) y cada vez se encuentran más hallazgos sobre la eficacia de las Terapias Contextuales (en las que se hace uso del Mindfulness o Atención Plena) donde se trabaja con la tolerancia al malestar y la defusión cognitiva (dejar de identificarse o dar por hecho los pensamientos).


Si has notado que tienes algunos pensamientos intrusivos, estas son algunas estrategias que puedes implementar:


1. Observa los pensamientos:

Como si fueran hojas que caen de un árbol a la superficie de un lago. Detente a observar cómo se desprenden de las ramas y caen lentamente, una tras otra, hasta tocar el agua. No te enredes con el contenido de los pensamientos, sólo obsérvalos.


2. “Sólo es un pensamiento”:

Puedes decirte: “sólo es un pensamiento” ó “estoy pensando que…”.

Anteponer estas frases no cambia el contenido de tus pensamientos, sino que crea una separación entre el pensamiento y la realidad.


3. No cambies tu conducta:

Al realizar cualquier conducta para tratar de aliviar el malestar que te produce el pensamiento, lo estás reforzando, por lo cual será más persistente, incrementándose el malestar.


Recuerda que, si bien es cierto que casi todas las personas hemos llegado a tener este tipo de pensamientos, si consideras que en tu caso se han vuelto cada vez más frecuentes y te impiden desempeñarte adecuadamente en las diferentes áreas de tu vida, es necesario que seas acompañado por un especialista, si es tu caso, por favor contáctanos aquí.


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