En los últimos dos años, el número de personas que ha experimentado los síntomas de la ansiedad ha aumentado considerablemente. Sin embargo, hoy en día sigue habiendo mucho estigma respecto a este tema, ya que para algunas personas es un signo de debilidad, de locura o incluso ganas de llamar la atención.
Nada más fuera de la realidad. De hecho, la mayoría de las personas que experimentan ansiedad, lo que menos quieren es llamar la atención, justo una de sus principales preocupaciones es que los demás se den cuenta de cómo se sienten por miedo a la burla, la crítica o el rechazo.
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Si conoces a una persona con ansiedad, estas 5 recomendaciones te ayudarán a comprenderla mejor y poderla ayudar en caso de ser necesario:
1. Documéntate sobre el tema
Lo primero que debes saber es que la ansiedad no es una enfermedad, no tiene una única causa ni manera de afrontarse. Aunque todos podemos llegar a experimentar cierto grado de ansiedad en algún momento de la vida, para las personas que es persistente suele convertirse en incapacitante, llegando a dejar de hacer cosas que les importan por miedo.
También es importante conocer la diferencia entre un ataque de pánico y la ansiedad: el ataque de pánico es un momento en que la persona siente un malestar físico intenso lo cual le produce mucho miedo, sin embargo, tiene una duración limitada.
En la ansiedad, el malestar no es tan intenso, pero si es sostenido en el tiempo, lo cual genera preocupación y miedo excesivos.
2. Pregunta qué siente
Durante un episodio de pánico, las personas suelen calificar las sensaciones físicas como “horribles”, “interminables”, todas las etiquetas o adjetivos que suelen acompañar a la descripción de sus síntomas suelen ser negativos y catastróficos. En estos casos ayuda pedirle que describa sus sensaciones físicas, por ejemplo: hormigueo, sudoración, taquicardia. El nombrarlas le ayudará a traer su atención al presente y evitar que su mente se ponga a crear historias sobre el futuro, lo que la llevaría a incrementar la ansiedad.
3. No minimices
Esto en realidad debería de aplicar para cualquier situación en la que una persona te comparte cómo se siente tanto física como emocionalmente. Sin embargo, en el caso de las personas con ansiedad, aunque claramente hay una interpretación exacerbada en la percepción del peligro, no es algo voluntario, la persona no elige tener miedo, por lo que es conveniente no usar frases como: “no es para tanto” o “no tienes por qué sentirte así”.
4. Pregunta cómo puedes ayudarle
Haz preguntas breves sobre qué ayuda necesita, por ejemplo: ¿Quieres salir a respirar aire fresco? ¿Necesitas un vaso con agua? “¿Está bien si te acompaño en lo que pasa el malestar?”. O Bien, usar frases como: “Estoy aquí para lo que necesites”, “Estás a salvo”.
5. Valida las emociones
Es probable que la persona que experimenta ansiedad se sienta apenada por sentirse así, por mostrarse vulnerable o por no poder explicar lo que le pasa. Vale la pena reconocer que lo que siente la persona es válido, aunque te parezca irracional, para la persona con ansiedad es real e intenso. Así se lo puedes hacer saber: “Lo que sientes/piensas no es ninguna tontería”, “Lo que sientes/piensas es importante para mí”.
Como decía al principio, una de las principales características de la ansiedad es que la persona reduce sus actividades o deja de hacer cosas que antes disfrutaba, por miedo a experimentar los síntomas de la ansiedad, lo cual, paradójicamente produce más ansiedad al alejarse de una vida que considera valiosa.
Si has notado que algún amigo o familiar ha dejado o disminuido su asistencia al trabajo, escuela o reuniones, vale la pena preguntar si quiere compartir contigo a qué se debe, si el motivo es la ansiedad, puedes incentivarlo a expresar sus miedos y cómo le gustaría ser ayudado o bien, invitarlo a buscar ayuda profesional.
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